Etapas del Duelo - Mi Vida Sin Mí


El duelo es el proceso de adaptación emocional que sigue a cualquier pérdida (pérdida de un ser querido, pérdida de una relación, pérdida de la salud, etc.). Aunque convencionalmente se ha enfocado la respuesta emocional de la pérdida, el duelo también tiene una dimensión física, cognitiva, filosófica y de la conducta que es vital en el comportamiento humano y que ha sido muy estudiado a lo largo de la historia. 

Etapas del Duelo

Según el modelo descrito por la doctora Elisabeth Kübler-Ross (1926-2004) en su libro "On death and dyng", el duelo se manifesta en cinco fases:


1) Negación y aislamiento

«Me siento bien», «esto no me puede estar pasando, no a mí».

Negarse a sí mismo o al entorno que ha ocurrido la pérdida. La negación nos permite amortiguar el dolor ante una noticia inesperada e impresionante; permite recobrarse. La negación es solamente una defensa temporal para el individuo.


2) Ira

«¿Por qué a mí? ¡No es justo!», «¿cómo me puede estar pasando esto a mí?».

La negación es sustituida por la rabia, la envidia y el resentimiento; surgen todos los por qué. Una vez en la segunda etapa, el individuo reconoce que la negación no puede continuar. Es una fase difícil de afrontar para los padres y todos los que los rodean; esto se debe a que la ira se desplaza en todas direcciones, aún injustamente. Cualquier individuo que simboliza vida o energía es sujeto a ser proyectado resentimiento y envidia. Suelen quejarse por todo; todo les viene mal y es criticable. Luego pueden responder con dolor y lágrimas, culpa o vergüenza. La familia y quienes los rodean no deben tomar esta ira como algo personal para no reaccionar en consecuencia con más ira, lo que fomentará la conducta hostil del doliente.


3) Pacto o negociación

«Dios, déjame vivir al menos para ver a mis hijos graduarse».

Ante la dificultad de afrontar la difícil realidad, mas el enojo con la gente y con Dios, surge la fase de intentar llegar a un acuerdo para intentar superar la traumática vivencia. La tercera etapa involucra la esperanza de que el individuo puede de alguna manera posponer o retrasar la muerte. Usualmente, la negociación por una vida extendida es realizada con un poder superior a cambio de una forma de vida reformada. Psicológicamente, la persona está diciendo: «Entiendo que voy a morir, pero si solamente pudiera tener más tiempo...».
 
4) Depresión

«Voy a morir, ¿qué sentido tiene?»

Cuando no se puede seguir negando la persona se debilita, adelgaza, aparecen otros síntomas y se verá invadida por una profunda tristeza. Es un estado, en general, temporario y preparatorio para la aceptación de la realidad en el que es contraproducente intentar animar al doliente y sugerirle mirar las cosas por el lado positivo. Esto significaría que no debería pensar en su duelo y sería absurdo decirle que no esté triste. Si se le permite expresar su dolor, le será más fácil la aceptación final y estará agradecido de que se lo acepte sin decirle constantemente que no esté triste. Es una etapa en la que se necesita mucha comunicación verbal, se tiene mucho para compartir. Tal vez se transmite más acariciando la mano o simplemente permaneciendo en silencio a su lado. No es recomendable intentar alegrar a una persona que está en esta etapa. Es un momento importante que debe ser procesado.
 

5) Aceptación

«Esto tiene que pasar, no hay solución, no puedo luchar
contra la realidad, debería prepararme para esto».

Quien ha pasado por las etapas anteriores en las que pudo expresar sus sentimientos contemplará el próximo devenir con más tranquilidad. No hay que confundirse y creer que la aceptación es una etapa feliz: en un principio está casi desprovista de sentimientos. Comienza a sentirse una cierta paz, se puede estar bien solo o acompañado, no se tiene tanta necesidad de hablar del propio dolor... la vida se va imponiendo. Esta etapa también ha sido descrita como el fin de la lucha contra la muerte.


Kübler-Ross afirmó que estas etapas no necesariamente suceden en el orden descrito arriba, ni todas estas son experimentadas por todos los pacientes, aunque afirmó que una persona al menos sufrirá dos de estas etapas. A menudo, las personas atravesarán varias de estas etapas en un efecto «montaña rusa», pasando entre dos o más etapas, y volviendo a hacerlo una o varias veces antes de finalizar.

Las personas que estén atravesando estas etapas no deben forzar el proceso. El proceso de duelo es altamente personal y no debe ser acelerado, ni alargado, por motivos de opinión de un individuo. Uno debe ser meramente consciente de que las etapas van a ser dejadas atrás y que el estado final de aceptación va a llegar.


Mi Vida Sin Mí

Para dar un ejemplo de las etapas del duelo me gustaría hacer referencia a la película de Isabel Coixet, Mi Vida sin Mí del año 2003.

Argumento:
Ann tiene 23 años, dos hijas, un marido desempleado, una madre que odia al mundo, un padre que lleva 10 años en la cárcel, un trabajo como limpiadora nocturna en una universidad a la que nunca podrá asistir durante el día... Vive en una caravana en el jardín de su madre, en las afueras de Vancouver. Esta existencia gris cambia completamente tras el diagnóstico médico de que padece cáncer y que, ya avanzado como está, le queda sólo poco tiempo de vida. A partir de allí, paradójicamente, Ann descubre el placer de vivir, guiada por un impulso vital: completar una lista de "cosas por hacer antes de morir".


Protagonistas:
Sarah Polley (Ann), Deborah Harry (madre), Scott Speedman (Don), Amanda Plummer (Laurie), Leonor Watling (vecina), María de Medeiros (peluquera), Mark Ruffalo (Lee)



“Esta eres tú, los ojos cerrados, bajo la lluvia. 
Nunca imaginaste que harías algo así,
nunca te habías visto como… no sé como describirlo, 
como una de esas personas a las que le gusta la luna
o que pasan horas contemplando el mar o una puesta de sol.

Seguro que sabes de qué gente estoy hablando… o tal vez no. 
Da igual, a ti te gusta estar así, desafiando al frío, 
sintiendo como el agua empapa tu camiseta y te moja la piel, 
y notar como la tierra se vuelve mullida bajo tus pies y el olor,
y el sonido de la lluvia al golpear las hojas. 
Todas esas cosas que dicen los libros que no has leído. 
Esta eres tú, quién lo iba a decir... tú».




El blog de Cristina Soto Moreno Cuidados Criticos y Paliativos-Enfermería del Envejecimiento hace un excelente ejemplo de las etapas del duelo a través de la película Mi Vida Sin Mí. Desde que lo leí he querido compartirlo ya que vi la película hace mucho tiempo y me encantó y ahora tengo ganas de verla nuevamente:

1ª etapa: Negación-aislamiento. La negación se refleja en el momento en el que, una vez conocido el diagnóstico, en lugar de seguir hablando del tema, la conversación cambia de tercio cuando comienzan a hablar de tomar un café,  o unos caramelos, opinando sobre su sabor. Seguido de ello, el aislamiento comienza cuando termina su conversación con el médico, evitando volver a casa cuanto antes, y no acudiendo al trabajo algunas noches, para poder reflexionar consigo misma y valorar todo lo que ha sido su vida y lo que será a partir de ahora.


2ª etapa: Indignación. Escena en la que se “desahoga” con su amiga en el baño, tras vomitar, dándole explicaciones de lo negativo que había vivido hasta ahora y de la incapacidad de vivir sin sueños. Por supuesto, en ningún momento Ann le dice a su amiga el porqué de su estado, hecho irrelevante teniendo en cuenta que es la propia amiga quién no se involucra, evitando hacer cualquier comentario sobre lo dicho.


3ª etapa: Pacto.
La protagonista intenta llegar a un acuerdo consigo misma para intentar superar la traumática situación por la que tiene que pasar. A lo largo de la película, se muestra aquellas cosas que, en su momento, anotó en una lista para hacer antes de morir: ir a ver a su padre a la cárcel; conseguir que una mujer, su vecina, ocupe su lugar y se encargue de cuidar a sus hijas como ella lo haría, y terminar junto con su marido; hacer el amor con otro hombre, de quién se enamora; grabar cintas para cada cumpleaños de sus hijas, grabando todo aquello que les diría si estuviera con ellas; decir lo que piensa, como ocurre cuando da su opinión sobre un cambio físico que a la camarera de la cafetería le gustaría hacer, si ganase la lotería.


4ª etapa: Depresión. Escena en la que se despide del otro joven, con quién mantiene una relación; es en ese momento cuando se da cuenta de que se acabó, de que ya no puede hacer más porque sabe que no tiene tiempo y se viene abajo.


5ª etapa: Aceptación. Última escena en la que la protagonista, recostada en la cama, reza no sabe a qué o a quién, pero lo hace. Reflexiona sobre lo hecho hasta ahora, y lo que desea que sea cuando ya no esté, mientras observa cómo Ann, la vecina de su mismo nombre, cuida de sus hijas y se ocupa de su marido, uno de sus objetivos a cumplir antes de marcharse.



Cristina Soto Moreno en su blog también habla de la relación de la película con los cuidados paliativos por ejemplo:
"hablar de la muerte en nuestra cultura no es nada fácil, y prueba de ello es la dificultad que presenta el médico cuando habla con Ann, sin mirarle a los ojos y de forma distante, a pesar de la proximidad de ambos.  Este hecho demuestra, no solo en la película sino que también por desgracia en la realidad, que no estamos preparados para ello, por lo que urge la necesidad de tener una mínima formación en este campo, que es tan real como la vida misma. Desde el momento en el que comienzan hacerle pruebas a la protagonista, pruebas que en ningún momento se le explica el porqué de ellas, se le trata con cierta frialdad por parte del personal, que le hace encontrarse en un situación incómoda y molesta porque nadie le escucha; la tratan como a un a más y eso es lo que no podemos permitir. No es una más, es un persona y como tal, tiene sus deberes, pero no olvidemos que también posee derechos."

Leer el artículo completo aquí


Resumen de la película


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Fuentes:
- Vídeo-forum “Mi vida sin mí” Cuidados Criticos y Paliativos-Enfermería del Envejecimiento
- Modelo de Kübler-Ross
- Kubler-Ross, E.: On grief and grieving: finding the meaning of grief through the five stages of loss. Nueva York: Simon & Schuster, 2005.

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1 comentarios:

comentarios
Unknown
AUTOR
03 mayo, 2016 Borrar

Siempre es muy bueno que quienes están pasando por el duelo tengan esta información, pues he notado en terapia que saber que es normal atravesar por estos estados trae tranquilidad a las personas y lo asumen de mejor manera.

Aunque no sea un duelo patológico, es reconfortante asistir a terapia.

http://ayudapsicologicacognitivoconductual.com/

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