La mesa (o cuna) de calor radiante ha mejorado la sobrevida de nuestros recién nacidos críticamente enfermos al igual que las incubadoras desde su uso para la termorregulación neonatal por Pierre Budín en 1888 disminuyó considerablemente la morbi-mortalidad de nuestros niños a nivel mundial, debido a la importancia de estos equipos de termorregulación en cada unidad de neonatología nos encontramos con ellas, pero la pregunta es, ¿sabemos utilizarlas? Este análisis es para crear conciencia en el buen uso de la mesa de calor radiante y hablar de esos pequeños detalles en neonatología que pudieran hacer la GRAN DIFERENCIA.
La mesa de calor radiante es un equipo de termorregulación abierta que además de realizar los cuidados básicos al neonato, nos permite realizar maniobras de reanimación y cuidados a los pacientes críticamente enfermos cuando no contamos con incubadoras cerradas diseñada para terapias intensivas, asimismo nos permite una mejor visualización y manipulación del recién nacido a la hora del ingreso, pero el problema no es cuando se da la atención inmediata al neonato critico o sólo de observación, sino cuando la permanencia del mismo se hace de larga data por su inestabilidad hemodinámica o post operatorio, en este tiempo largo de hospitalización es donde debemos implementar los cuidados para disminuir los daños colaterales que se puedan presentar.
La mesa de calor radiante produce aumento de las perdidas insensibles entre 50 al 100%, si no se manejan bien los líquidos puede producir diferentes trastorno importantes como la deshidratación, considerando que el cuerpo del neonato está compuesto por agua (casi 80% de ACT en el recién nacido a término) y es inversamente proporcional a la edad gestacional, la mesa se convierte en un equipo vital en el balance hidroelectrolítico.
Unos de los órganos que más sufren con el uso de la mesa de calor son los ojos, y sufren más cuando no les procionamos los cuidados óptimos para mantenerlos en buen funcionamiento, la mesa de calor radiante como su nombre lo indica, genera calor a través de la radiación, esas radiaciones pudieran ir directamente al cuerpo del recién nacido y también a los ojos sino no son protegidos con gafas (o antifaz), o desubicarse las mismas por movimiento del neonato, es allí donde se produce la resequedad ocular, si le sumamos a esto el aumento de perdidas insensibles (la cuales disminuyen más las lágrimas) el flujo del aire de los conductos de aire que también puede ir direccionado al recién nacido, y la luz intensa en la UCIN, todo este conjunto de acontecimientos pueden producir varios efectos:
1.- El síndrome del ojo seco.
2.- Daño en la retina por la resequedad.
3.- A nivel del globo ocular al pestañeo o al movimiento puede producir dolor y ardor por fricción.
3.- A nivel del globo ocular al pestañeo o al movimiento puede producir dolor y ardor por fricción.
4.- Infección ocular.
5.- Obstrucción del conducto lagrimar.
Por lo antes expuesto los cuidados deben ir dirigidos a la lubricación y protección de los ojos, y uno de esos cuidados es que todo recién nacido en mesa de calor radiante debe tener indicado en ordenes medicas colocación de lágrimas artificiales (o sol 0,9%) por turno o S.O.S para mantener la lubricación, asimismo de la limpieza con algodón o gasas muy suavemente con solución para disminuir la probabilidad de infección por acumulo de fluido por la oclusión de las gafas y por último la evaluación con oftalmología.
Lcdo. Esp. Jhonny Marquez
Enfermero – Neonatologo
Autor:
Lcdo. Esp. Jhonny Marquez
Enfermero – Neonatologo
email:
licmarquezjhonny@gmail.com
EmoticonEmoticon